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Planes de retiro individual: jubilados entre la espada y la pared

La semana pasada se anunció que el Seguro Social hará un ajuste de 8.7% a las pensiones del sistema a partir de enero de 2023 para compensar la alta tasa de inflación del año en curso. El anuncio ha sido muy bien recibido, como era de esperar, pero también se ha dicho, y con razón, que solo logrará proteger de manera parcial a los retirados que están sufriendo el golpe del aumento en el costo de la vida.

La inflación nos afecta a todos, y de manera particularmente cruel a los retirados con ingresos fijos. Pero hay otro fenómeno que también está golpeando duramente a muchos jubilados, que es la caída en el valor de planes de retiro individual, como los 401K, a consecuencia del aumento en las tasas de interés.

Los estudiantes de economía y finanzas aprenden temprano en sus carreras que cuando aumentan las tasas de interés se reduce el valor de los bonos. En el último año hemos entrado a un entorno de tasas de interés al alza a medida que la Reserva Federal va desplegando su plan de batalla contra la inflación: que es subir la tasas para frenar la economía y así “enfriar” el movimiento alcista de los precios. Como era de esperar, el valor de muchos bonos se ha reducido y aquellos planes de inversión que tienen esos bonos en sus carteras han registrado una caída considerable.

Para un inversionista joven, perder 15% o 20% del valor de su plan de retiro no es un golpe irreversible, ya que tiene muchos años por delante antes de la jubilación y es muy probable que su plan recupere el valor perdido y continúe creciendo. Pero para el que ya está jubilado o cerca de la jubilación, esto puede representar un golpe financiero fuerte y, además, cruel, por su carácter inesperado.

Este es el caso real de un amigo que está ahora mismo sufriendo el golpe doble de la inflación, que le va achicando mes tras mes su poder adquisitivo, y de la pérdida de valor en su plan de retiro individual, que ha sufrido una fuerte caída con el alza de los intereses. Es paradójico que la inflación lo golpea en una mejilla, y la medicina anti-inflación lo golpea en la otra. Su poder adquisitivo de recorta con el alza de precios, y su ingreso mensual también se reduce al ir menguando el “pote” que había juntado para su retiro. Se encuentra entre la espada y la pared.

El amigo que menciono fue un profesional toda su vida de trabajo, y actuó con prudencia y responsabilidad al ahorrar una porción significativa de su ingreso para acumularlo en un plan de retiro individual. Entre el Seguro Social y lo que retiraba mensualmente de su plan, tenía básicamente compuesto su presupuesto de jubilado. Todo eso se vio amenazado de golpe por la inflación en los precios y la deflación en sus inversiones.

En el último año, la tasa de inflación ha superado el 7%, que es suficiente para causar daño y malestar a un consumidor típico, y en especial a una persona retirada con ingresos fijos. En meses recientes, algunos planes de retiro han perdido 16% o más de su valor, que sin duda es un golpe fuerte para el caudal de muchos jubilados. Para aquellos que, como el amigo que mencioné, no tienen la posibilidad de recuperar esa pérdida en el futuro previsible, su planificación financiera en el tramo final de la vida se ha visto trastocada.

Recordemos que los planes de retiro de beneficios definidos se han convertido en algo del pasado, y la tendencia actual es la de promover las cuentas de ahorro individual. En otras palabras, lo que hizo el amigo que menciono en este escrito es lo que se supone que todos hagamos; es lo que se considera buena planificación para la llamada tercera edad. Es importante que incorporemos, en esa visión de largo plazo, algún conocimiento y previsión sobre los posibles riesgos al final del camino.

Es necesario investigar el alcance de este problema; es decir, indagar cuántos jubilados se encuentran ahora mismo amenazados por esta espada de doble filo que es la inflación y la pérdida de caudal invertido. El paso siguiente es ponderar qué alivios se pueden diseñar para este grupo de personas que, por ser de la llamada clase media, son los que suelen quedarse al descubierto a la hora de repartir ayudas.