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El cambio climático y el deporte

Los efectos del cambio climático en Puerto Rico comienzan a sentirse en ámbitos tan cotidianos y significativos como el deporte. El calor sofocante, las lluvias impredecibles y los huracanes más intensos están transformando la manera en que entrenamos, competimos y hasta disfrutamos de nuestras actividades recreativas.

Como madre de dos niños deportistas, veo, conozco y sufro cuando tienen que jugar en instalaciones y horarios que no son adecuados ante los cambios del clima y las altas temperaturas. Lo que antes era un placer cotidiano, hoy puede convertirse en un riesgo para la salud.

Las olas de calor extremo, la alta humedad y los eventos climáticos severos obligan a reorganizar torneos, posponer competencias y, en muchos casos, suspender actividades. Esa realidad afecta a los atletas, así como como a la economía que gira alrededor del deporte: las escuelas, los clubes o ligas deportivas y negocios.

No es raro ver jóvenes atletas con agotamiento o deshidratación, algo que antes parecía impensable. En una ocasión presencié el desmayo de una de las amigas de mi hija, debido al calor intenso que se registró en la cancha, tan temprano como a las 10:30 de la mañana.

Las instalaciones deportivas, en su gran mayoría, no están preparadas para estos extremos. Muchas canchas solo tienen abanicos o dependen de la ventilación cruzada. Mientras, en los parques de pelota no hay prácticamente nada para mitigar el calor y la exposición directa al sol.

Estas condiciones representan un riesgo para la salud de los atletas, pero también afectan la continuidad de los programas deportivos, la participación de la comunidad y el desarrollo económico asociado al deporte en Puerto Rico.

Qatar 2022 tuvo que cambiar y adaptar el calendario de juegos por el calor extremo. Los juegos se llevaron a cabo en meses más frescos y los horarios de juego eran en las tardes y noches. En Europa, países como Francia y España están rediseñando estadios con materiales sostenibles y sistemas de enfriamiento pasivo. Japón, en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, integró criterios de resiliencia climática y energía renovable como parte de su legado deportivo.

Algunos países cuentan con un protocolo nacional que suspende toda competencia si la sensación térmica supera niveles de riesgo. El evento deportivo más prestigioso y visto globalmente celebrado en Australia es el torneo de tenis Australia Open, representando millones en actividad económica. Tan reciente como el 2023, cuando la temperatura llegó a 98 grados, todos los partidos al aire libre se suspendieron durante dos horas.

Puerto Rico debe aprender de esas experiencias. Planificar instalaciones deportivas con criterios de adaptación climática no es un lujo, es una necesidad. Además, los entrenadores, federaciones y municipios deben recibir apoyo técnico para establecer protocolos ante olas de calor o eventos atmosféricos extremos como han hecho en otras jurisdicciones.

Este importante tema no ha sido un elemento de discusión ni de política pública. Es una conversación que debe producirse porque el deporte siempre ha sido reflejo de nuestra identidad colectiva y de nuestra capacidad de superación. Además, debe dialogarse para crear conciencia sobre la urgencia de adaptarnos a un entorno cambiante.

Atender el asunto del clima implica, en esencia, cuidar el futuro de nuestros atletas y comunidades.