En medio de la pandemia del coronavirus, estamos en la fase de priorizar la salud y, literalmente, de la supervivencia. En unas semanas la preocupación será la economía. Sin embargo, tenemos que minimizar las consecuencias económicas y sociales durante el toque de queda.
La gobernadora Wanda Vázquez hizo bien al declarar el toque de queda. El gobierno de Puerto Rico no tiene la capacidad de ejecutar que pueden tener los estados de Washington o Nueva York. Tampoco los residentes tenemos la disciplina de los germanos o los escandinavos. Por lo tanto, la medida preventiva del toque de queda es prudente.
Las dos semanas dan tiempo a que el gobierno federal entienda la magnitud del reto y actúe consecuentemente. Por ejemplo, en dos semanas se espera que ya los equipos para pruebas del virus estén ampliamente disponibles.
Hubiera sido mejor que la implantación del toque de queda no hubiera sido inmediata, sino que comenzara martes. En términos de propagación del virus, no sería una gran diferencia, pero hubiera permitido a los negocios coordinar su plan de acción. Un día hubiera ofrecido espacio para el propio gobierno organizarse mejor. Hubiera permitido que turistas que ya están en la isla pudieran organizar apropiadamente su partida.
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