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La reglamentación que fomenta el libre mercado

El sector privado en Puerto Rico recientemente ha tenido el valor de recalcar con fuerza que el libre mercado y el capitalismo representan el camino a seguir para el bienestar de los puertorriqueños.

El Instituto de Libertad Económica es un ejemplo de expresión sin ambages a favor del libre mercado. El Comité de Acción Política (PAC, por sus siglas en inglés) Democracia es Prosperidad es otro ejemplo de acciones concretas a favor del libre mercado.

Sin embargo, para tener éxito hay que ser prudentes en cuanto a los reclamos de libertad económica y apoyo al libre mercado. En muchas ocasiones se requiere la intervención adecuada del gobierno. Un área obvia es el sector inmobiliario. De la misma manera que el gobierno tiene que intervenir en las carreteras para coartar la libertad de los conductores mediante semáforos y carriles, es necesario coartar las libertad de los desarrolladores y dueños de propiedades.

La necesidad de intervención gubernamental en el mercado de bienes raíces surge de lo que los economistas llamamos externalidades. Lo que hace el dueño de una propiedad, impacta a toda la comunidad. Por tal razón, se necesita intervención del gobierno.

En Puerto Rico, en la década del 1970, se otorgaron permisos para construir por todo el litoral de Isla Verde. Hoy, desde la carretera, ya no se ve la playa. En contraposición, el Malecón de La Habana y la playa de Copacabana, importantes atractivos turísticos de Cuba y Brasil, respectivamente, ofrecen gratificación a los residentes y visitants porque no hay construcciones entre la carretera y el mar.

Un ejemplo del balance al que aspiramos los que defendemos la libre empresa es el proyecto de Ventana al Mar en El Condado. Al momento de privatizar unos hoteles del gobierno, los desarrolladores querían construir tres hospederías. Sila Calderón, primero como alcaldesa y luego como gobernadora, insistió en que se desarrollaran dos hoteles y que se dejara un espacio como parque público. Ventana al Mar impactó positivamente los precios de la propiedad en El Condado, aportó a San Juan como destino turístico y ofreció un área de esparcimiento a los residentes de San Juan y pueblos limítrofes.

Las reglamentaciones no pueden ser tan restrictivas que impidan construcciones y desarrollo. Eso solo resulta en construcciones sin permisos y desorden urbano. Por otro lado, decir que el dueño de una propiedad debe poder hacer lo que quiera con dicha propiedad es contrario a los preceptos de economía que requieren la intervención del estado cuando existen externalidades significativas.

Es crucial que las regulaciones encuentren un balance entre la necesidad de desarrollo y el imperativo de atender las externalidades.