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Esencial el continuo apoyo de Occidente a Ucrania para vencer a Rusia

Hace más de cuatro meses llevé a cabo un análisis sobre las tendencias económicas en la guerra entre Rusia y Ucrania. La conclusión de aquel momento sigue siendo válida: si las potencias occidentales siguen comprometidas con suplir y apoyar a Ucrania, la posición de los rusos se continuará deteriorando según pase el tiempo.

Uno de los impactos principales que han tenido las sanciones de Occidente es limitar la capacidad de los rusos de manufacturar armamentos modernos. Así pues, los rusos han estado atacando el sistema de energía de Ucrania con unos 75 misiles cada 10 días. Debido a las sanciones, la producción de misiles rusos se estima que no excede los 75 misiles mensuales. Por lo tanto, cada vez le quedan menos misiles en almacenamiento.

Algo similar ocurre con los drones que se usan tanto para atacar al enemigo como para dirigir el fuego de artillería. También ocurre con las municiones de artillería que pueden tener sistemas de dirección GPS para dar en el blanco. Ocurre con prácticamente todo aditamento militar, desde helicópteros hasta tanques.

La asimetría en el apoyo internacional es lo que resulta en que la situación de los rusos se vaya deteriorando. El ataque al sistema eléctrico de Ucrania es ilustrativo. Los rusos han utilizado drones de Irán y están negociando la posibilidad de importar misiles del mismo país. La capacidad de producción de Irán ya es un cuello de botella en términos de la entrega de drones a Rusia.

Ahora es una carrera entre los esfuerzos de Ucrania para reparar su sistema de electricidad y de los rusos de destruirlo. Las potencias occidentales están mejorando la capacidad de Ucrania de resistir los ataques con el sistema alemán IRIS, el sistema franco-italiano MAMBA y el sistema norteamericano Patriot. Ya el sistema IRIS está en operación mientras que el sistema Patriot requiere mayor entrenamiento del personal y estará operacional para el verano del 2023. La ventana de oportunidad de los rusos se va cerrando.

Los rusos se prepararon para esta guerra. Comenzaron con un superávit gubernamental y con unos $600 mil millones ahorrados en divisas. Los altos precios de la energía durante los primeros meses de guerra mejoraron su posición.

Ya el superávit se convirtió en un déficit de 2% del Producto Interno Bruto en el 2022. Se proyecta que sea mayor en el 2023. Se puede financiar con los ahorros en divisas que no fueron congelados por las sanciones. Sin embargo, es evidente que la flexibilidad del estado ruso se va limitando.

La economía rusa se contrajo en poco más de 3% en el 2022 y se estima otra contracción en el 2023. Peor aún, debido a las sanciones de Occidente, se proyectan resultados pobres para los próximos años. Aparenta que los oligarcas rusos están haciendo sus sumas y no les halaga el impacto que está teniendo la guerra.

Es posible que las potencias occidentales se cansen de apoyar a Ucrania. Sin dicho apoyo, Rusia no tardaría en ganar la guerra. Con el apoyo de Occidente se han dado las victorias de Ucrania en Kharkiv, Kupyansk y Jersón. Mientras se mantenga el apoyo, Ucrania va a poder continuar convirtiéndolo en victorias en el campo de batalla.