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Los aranceles de Trump en arroz y habichuelas

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está sintiendo la presión con respecto a su política de aranceles. Aparenta que va a tratar de pensarla mejor. Para Puerto Rico implica que el golpe sería menos severo.

Los aranceles de Trump, al momento de redactar este escrito (mañana podrían ser diferentes), incluyen 25% al acero y aluminio. También incluyen 25% a los vehículos de motor y piezas de automóviles que no sean cubiertos por el tratado de libre comercio Estados Unidos/México/Canadá. Además, 25% a los productos de México y Canadá que no están cubiertos por el acuerdo de libre comercio. Finalmente, 125% a China y parecería que de 10% a gran parte de los países del mundo. Esto luce así porque el miércoles dijo que suspendería por 90 días los impuestos de importación anunciados 13 horas antes a docenas de países, pero se estima que persistían los aranceles base del 10%, lo que se considera un acto sustancial de proteccionismo por sí mismos.

La capacidad de potenciar la manufactura en Puerto Rico gracias a esos aranceles es limitada. Sin embargo, más allá de impactos inmediatos, debemos pensar en el largo plazo. Anteriormente, la isla obtuvo inversión a base de protección de importaciones. En eso se basó la industria de la ropa durante la mitad del siglo pasado, así como las petroquímicas en la década de 1970. Nada queda de eso porque no fue un desarrollo fundamentado en la capacidad real de Puerto Rico para producir.

En cuanto al posible desenlace de los aranceles en el corto plazo, tomemos el ejemplo de la empresa Nike, que compra gran cantidad de sus zapatos en China. ¿Vendrán a Puerto Rico o preferirán Filipinas o Colombia, lugares con salarios bajos y aranceles del 10%?

Puerto Rico se beneficiaría de aranceles a las medicinas para promover la inversión en la isla. Sin embargo, las medicinas son uno de los pocos productos que están exentos de los aranceles. Trump prometió imponer aranceles a las medicinas, pero hoy no está claro si en efecto va a suceder.

Peor aún, la incertidumbre producida por el vaivén de la política de Trump reduce el incentivo a la inversión. Tomemos el asunto de instrumentos médicos. Aumentar la producción de una línea existente es fácil. Sin embargo, traer un nuevo producto a una línea existente toma un tiempo.

Construir una nueva planta tarda años. Debido a que la empresa no puede contar con certeza de que los aranceles van a estar en vigor de aquí a un año, es arriesgado hacer la inversión que implica construir una nueva planta. A esto hay que sumar de que la Constitución de Estados Unidos le prohíbe a Trump correr para un tercer término, por lo que es incierto si el próximo presidente mantendrá la política de aranceles.

Mientras, Puerto Rico va a pagar más por casi todos sus productos. Eso incluye desde el precio de la gasolina que viene de Europa hasta los aguacates importados de República Dominicana. En el renglón de los automóviles manufacturados en Estados Unidos, que incluyen los de empresas japonesas y alemanas con operaciones en ese país, el precio va a subir porque dichas empresas pagarán más caro por el acero, el aluminio y las piezas que importan de lugares localizados fuera de América del Norte.

Necesitamos desarrollo basado en nuestras ventajas competitivas. El turismo comenzó como industria en la década de 1950. Hoy está más fuerte que nunca. La manufactura de medicinas no se beneficia de aranceles, aunque sí de incentivos contributivos. La exportación de servicios profesionales, ahora ayudados por la tecnología moderna, sigue creciendo.

La política arancelaria de Trump aumentará el costo de vivir en Puerto Rico. Las oportunidades de inversión en algunos sectores de la manufactura beneficiándose de los aranceles podrían ser reales en el corto plazo. Sin embargo, en el mediano plazo, son un espejismo.